GRADO SÉPTIMO CIENCIAS SOCIALES, GRADO UNDECIMO CIENCIAS SOCIALES

sábado, 30 de enero de 2021

LAS CIENCIAS SOCIALES SEMANA 3

 

ÁREA/ASIGNATURA: CIENCIAS SOCIALES, ECONOMÍA -- GRADO UNDÉCIMO

DURACIÓN: CUATRO HORAS

COMPETENCIAS PARA DESARROLLAR: Interpretación, Análisis, pensamiento reflexivo y sistémico,

APRENDIZAJES ESPERADOS: Identificar LOS PRINCIPALES CONFLICTOS DE LAS CIENCIAS SOCIALES

ÁMBITOS CONCEPTUALES: Historia, contextos culturales, espacio  geográfica, conflictos internacionales

MATODOLOGÍA: Se asigna un texto guía y diferentes actividades de análisis, pensamiento crítico.

RECURSOS. TEXTO GUÍA

BIBLIOGRAFÍA Los cuestionamientos a la concepción de las ciencias sociales tradicionales. Mary Luz Alzate Zuluaga1

ACTIVIDADES A DESARROLLAR:

 

Los cuestionamientos a la concepción de las ciencias sociales tradicionales. Mary Luz Alzate Zuluaga1

El debate generado a raíz de la crisis en la construcción de conocimiento en las ciencias sociales, se ha planteado con cuestionamientos sobre la veracidad del conocimiento construido (Feyerabend y De Rivera, 2008), la forma como se ha venido creando ciencia y la relación entre el investigador –creador o autor- y lo investigado –objeto de conocimiento o realidad interpretada- (Geertz, 1992) y las implicaciones éticas, políticas y filosóficas de la tarea llevada a cabo (Wallerstein, 1996). La crisis ha significado para los científicos sociales más escépticos, el derrumbamiento de los modelos de cientificidad que positivizaban el mundo de las acciones humanas, determinándolo en una serie de leyes generales, mecánicas y objetivas, girando el análisis y la tarea científica hacia los postulados hermenéuticos que plantean la intencionalidad, la indeterminación y la particularidad como inherente a los estudios sociales (Cruz, 1995). Para otros científicos un poco más pragmáticos esta crisis no implica el derrumbe total de la ciencia tradicional, más bien, ha significado la urgencia de replantear algunos de sus postulados intentando mediar entre la positivización de las acciones humanas y la proliferación de diversas interpretaciones de la realidad que la hagan mucho más inteligible. La adopción teórica por alguno de estos dos planteamientos nos remite a las dos tradiciones teleológicas y filosóficas de las ciencias, históricamente opuestas y en controversia, la causal racionalista y la hermenéutica comprensiva, a su vez, la existencia de estos dos modelos o matrices de acercamiento a la realidad encierra el enfrentamiento por la caracterización y explicación de los sucesos sociales y políticos, ya sea por un modo causal y explicativo o por uno interpretativo y comprensivo. En el estudio hermenéutico interpretativo de las ciencias se introducen los análisis de las intenciones, las motivaciones y las visiones particularidades de la realidad, y se parte del carácter indeterminado e inconmensurable del mundo social (Hintikka et al, 1980), en contraposición al estudio causal o explicativo, el cual no acepta las prenociones/intencionalidades, y parte de inferencias lógicas y deductivas en la búsqueda de leyes hipotéticas generales sobre el funcionamiento de la realidad (Chalmers, 1984; Wright, 1987). De otro lado, la dinámica vivida entre los intelectuales de las corrientes teóricas en la investigación histórica se mueve entre el interés por reconstruir o explicar el pasado y aquella interesada en interpretarlo siguiendo su desarrollo filosófico y cultural presente. Dentro del modelo hermenéutico, se tiene en cuenta siguiendo a Hayden White, “la clasificación en la teoría histórica, de la hermenéutica sistemática del siglo XIX –de tipo comtiano, hegeliano, marxista, etc.- interesada por explicar el pasado; la hermenéutica filológica clásica, por reconstruirlo; y la hermenéutica post-saussuriana moderna, generalmente regada de unas buenas dosis de Nietzsche, por interpretarlo” (1992: 197). Sin entrar en los problemas propios de cada una de las disciplinas sociales, tales como la historia que propone White, lo cierto es que las discusiones surgidas en cada ámbito disciplinar durante estas décadas no se circunscribe exclusivamente al campo disciplinar que la suscita. De este modo, en la cita anterior se plantean las implicaciones de abordar análisis micro o macro de los eventos y las culturas, contrastando con ello la verificación empírica de los estudios de casos con la abstracción teórica de las estructuras a gran escala. Para el caso de las Ciencias Políticas es la discusión por los estudios empíricos versus los estudios de teoría política normativa. Y que nos recuerda el debate por la postura incrementalista de Lindblom (2000) con su idea de las políticas públicas como la “ciencia de salir del paso” buscando con ello resolver los problemas públicos de modo gradual, esto es, atendiendo los aspectos micro del sistema político, versus 118 La discusión en ciencias sociales sobre la crisis en la construcción el conocimiento: matices y perspectivas futuras los estudiosos que plantean las respuestas maximalistas o que planteen respuesta a los grandes problemas sociales, es decir las soluciones de gran escala (Pallares, 1988). La discusión ineludible en este punto ha girado en torno a la realización de análisis de casos para otorgar base empírica a las generalizaciones teóricas, teniendo en cuenta en estos micro-eventos, teorías como la de la falseabilidad de Popper (1983), o la “descripción densa” de Geertz (1992), contra la tradición de ubicar toda la realidad en unos marcos teóricos amplios, como las teorías explicativas generales con pretensiones de universalidad. De este modo, la postura por los análisis micro, con posibilidades de que el investigador pueda recabar evidencia empírica y contrastable en contraposición por la mirada amplia y general de las situaciones humanas, nos remite al planteamiento del estudio de lo singular, localizado y procedimental, pero si seguimos la ruta del discurso radicalizado de sus detractores, esta postura ha sido traducida a la opción por la relativización de los estudios, en un sentido de “todo vale” metodológico, tal como lo sustenta Feyerabend (1998), lugar en el cual, al reinar los estudios particulares, reina también la especulación y la “sub interpretación” de la realidad. Para ilustrar el sentido práctico que ha tenido este debate en ciencias sociales desde los años sesenta hasta hoy entre el paradigma explicativo o el interpretativo, ejemplificaré con el caso que propuso a comienzos de los años noventa Jurij Lotman (1990), al explicar los mecanismos que regulan el comportamiento colectivo desde el punto de vista psicológico a través de nociones como el miedo y la vergüenza, ubicándolas hipotéticamente en etapas. Otro autor, Todorov (1993) establece metodológicamente dos relaciones fundamentales en la teoría interpretativa que ayudan a saldar la discusión sobre cientificidad y especulación en ciencias sociales, referido a los estudios de teoría política. La primera es la relación dicotómica entre ficción y realidad -ficción/historia, o texto/ mundo-, y la segunda es la relación texto y enunciante -creador, autor-. Todorov propone para la primera relación, dos distinciones sobre las nociones de verdad; verdad adecuación, la cual pretende el conocimiento de los hechos exclusivamente y va mucho más acorde con el oficio del historiador, y la verdad revelación, que pretende revelar la naturaleza de un fenómeno y no establecer hechos, y está mucho más acorde con el novelista o literato. Frente a la relación texto y enunciante, el autor distingue entre textos asertivos: atribuidos directamente al autor, de naturaleza científica y propicio a las verdades de adecuación, y no asertivos: que están mediados por la presencia de un autor imaginario o personaje creado a su vez por un autor empírico, de naturaleza literaria y propicio a las verdades revelación. Para Todorov las dos verdades son indispensables, la interpretación tiene su valor es, en el manejo dual de estas verdades, su verosimilitud. La forma como el autor salda tal discusión es que una vez se ha reconocido como adecuada, vaya acompañada de la suficiente coherencia, así su punto de partida haya sido la constatación de la incoherencia de otro texto. Esta resulta ser una postura necesaria a la hora de abordar textos a los que se le han adjudicado cualidades indiscutibles, sin embargo, se debe evaluar si sólo basta con que sean distinguibles estas dos verdades para la interpretación de los textos, pues puede darse el caso que metodológicamente ambas verdades se funden, el mismo Todorov afirma que los viajeros observan el mundo desconocido proyectando sus propios prejuicios y fantasmas, ¿qué papel le deja este autor al contexto? Tenemos problemáticas singulares que se escapan a las posibles lupas dicotómicas de explicación del comportamiento social, reconociendo así la emergencia de nuevas realidades que se presentan a veces en forma de choque cultural o contracultura: como los movimientos radicales ecologistas, naturalistas y en menor medida los llamados “neo-arcaístas”, y en este tipo también entrarían el movimiento “anti-globalización”, o bien, como forma de realidades híbridas y yuxtapuestas; es decir, diversidad de cosmogonías compartiendo un mismo escenario, economías con tecnología de punta en competencia con pequeñas economías y que operan incluso de forma manual. 

Así pues, los conceptos pueden ayudarnos a entender una realidad dada siempre que tengamos en cuenta nuestras limitaciones al intentar abordar un fenómeno pasado en su totalidad, lo único que podemos lograr es una interpretación más o menos plausible sirviéndonos del contexto histórico y cultural y no individual. Entre estas posturas se plantea la necesidad de saber interpretar desde la experiencia, comprender las claves simbólicas que nos acerquen a los hechos, el método de su desciframiento, que nos compruebe las hipótesis y nos elimine los juicios especulativos. Así también, el reconocimiento de la mirada parcial, la imposibilidad de abarcar la realidad, para evitar caer en las explicaciones totalizadoras y que nos pueden alejar del reto del abordaje de lo “real”. Este reconocimiento requiere, a su vez, nuevas formas de abordaje y explicación teórica de la sociedad, que lejos de hacerlo desde una sola postura de cientificidad “positiva”, lo haga desde la ciencia como un discurso más entre los múltiples discursos existentes. Es por esta concepción que vemos al investigador como alguien que tiene que persuadir con su discurso. Lo que lo diferencia de otros discursos políticos, religiosos, míticos, es su relación con la experiencia y su actitud crítica, problematizadora e intencional de hacer más inteligible la realidad. Más allá de lo válida que puede ser esta preocupación, lo que evidencia este argumento es la pervivencia de un pensamiento único y la noción de lo real como predecible y determinado. Con relación a esta cuestión, se da el aporte de teóricos que contraponen la incertidumbre, como un principio que reconoce la imposibilidad que tenemos del conocimiento total de la realidad por una sola vía explicativa racionalista frente a las pretensiones de universalidad y predicción que ha tenido la ciencia en su desarrollo histórico. Los procesos y abordajes de comprensión y explicación que han sido excluyentes en las ciencias, se postulan ahora, con un carácter complementario y diferenciado al mismo tiempo. Las teorías antes dicotómicas se presentan necesarias e ineludibles en el análisis de las relaciones políticas, de los hechos históricos, de las acciones sociales y las realidades culturales. Es en síntesis, la aceptación e interlocución con otros discursos, como forma de acercamiento a la realidad in-abarcante, la ciencia vista como un discurso más entre los múltiples discursos. La racionalidad moderna occidental, como una interpretación frente a las interpretaciones singulares y no hegemónicas; todas contrapuestas y superpuestas a la vez (Latour, 2012). El otro debate que cruza el problema central del que partimos, la crisis en la construcción del conocimiento social, es la cuestión filosófica referida a la subjetividad y a la objetividad en ciencias sociales y humanas, es decir, el papel que ahora juega el científico en la lectura que éste realiza de la realidad y su lugar en ella, la pertinencia y existencia o no, de los juicios de hecho y los juicios de valor en los estudios sobre las acciones humanas. Sobre esta discusión se han pronunciado de forma variada los investigadores, resaltando, desde la postura clásica de Max Weber (2003) quien plantea la inseparabilidad de los juicios de valor en las ciencias sociales, pero allí mismo, la necesidad crítica que tiene el investigador, de reconocer dentro del estudio, donde comienzan los juicios de hecho y donde los juicios de valor. Esta postura ofrece una crítica realizada por Strauss (Citado en Todorov, 1993), la cual plantea que Weber al hacer la precisión de la necesaria identificación entre cuáles son los juicios de hecho y cuáles los juicios de valor, corre el riesgo de llevarnos de nuevo a la mirada objetivizadora del conocimiento social, ya que sería como plantear, que el investigador puede intercambiar dos ropajes cuando lo desee, un primer ropaje, con el cual identifica los hechos y un segundo ropaje, de sus valores y características culturales desde los cuales observa esos hechos. Después del recorrido realizado por T. Todorov en “Las morales de la historia” (1993), sobre la larga relación que se ha entablado históricamente de amor/odio entre la ciencia y la ideología -juicios de valor, moral, religión, política- y ante el eventual triunfalismo por los últimos avances científicos en el campo de la genética y la sicología experimental, nos remite a la pregunta sobre si ¿la ciencia ha cesado solamente de ser dominada, o además se ha vuelto dominante? El autor indaga por los peligros de las carreras emprendidas por las ciencias con sus actuales posibilidades técnicas, cuestionando teorías como las de Renan que abogan por la perfección del universo (y de la condición humana en él) con nefastos ejemplos como el totalitarismo nazi. Sin embargo, Todorov (1993) no cree que la ética deba depender de los resultados de la ciencia, esencialmente por dos asuntos. De un lado, ningún precepto ético deriva automáticamente de los enunciados científicos cualquiera que sean, y de otro lado, tales enunciados científicos tienen que operar más como hipótesis con posibilidad de falseamiento que como verdades indiscutibles. Con todo y el riesgo de esta crítica, el aporte de Weber sigue siendo valioso para el proceso de construcción de conocimiento, en la medida en que significa un reto para el estudio de las acciones humanas permanecer en confrontación constante con la mar de intencionalidades, ambivalencias y lucha de contrarios existentes alrededor de los asuntos sociales. Esta mirada necesariamente aboga más por la visión intersubjetiva en ciencias sociales, mantiene la tensión entre la subjetivación de lo objetivo y la objetivación de lo subjetivo. En un periodo más reciente, la discusión se centró en la capacidad real de alcanzar un conocimiento objetivo, frente a lo cual es destacable la defensa que realizó a mediados de los años noventa del siglo XX la Comisión Gubelkian para la reestructuración de las ciencias sociales presidida por Immanuel Wallerstein: Nosotros concordamos en que todos los estudiosos tienen sus raíces en un ambiente social determinado y por lo tanto utilizan inevitablemente presupuestos y prejuicios que interfieren con sus percepciones e interpretaciones de la realidad social. En este sentido no puede haber ningún estudioso “neutral”. También concordamos en que en una representación cuasi fotográfica de la realidad social es imposible. Todos los datos son selecciones de la realidad con base en las visiones del mundo o los modelos teóricos de la época, filtrados por medio de las posiciones de grupos particulares en cada época. En este sentido las bases de selección se constituyen históricamente y siempre cambiarán inevitablemente a medida que cambie el mundo. Si lo que entendemos por objetividad es la de los estudiosos perfectamente desapegados que reproducen un mundo social exterior a ellos, entonces no creemos que tal fenómeno exista. (1996: 99). De este modo, la realidad estudiada siempre ha estado dominada por la propia realidad del investigador y su intencionalidad particular a la hora de acercarse a ella. Este planteamiento lo han retomado estudiosos contemporáneos defendiendo la idea de que, más que conocimiento objetivo, “el compromiso será con el conocimiento de la diversidad social, las transformaciones históricas y las particularidades culturales”. (Calhoun y Wieviorka, 2013, 29). El reto que se desprende de este compromiso es el de cómo resolver, a su paso, los problemas derivables al no poseer reglas fijas y reconocer su incapacidad de abarcar y predecir las acciones humanas.

ACTIVIDAD  1 del 25 al 29 de enero Leer detenida y responsablemente el texto

ACTIVIDAD 2 del 1 al 5 de febrero Buscar el significado de las palabras en negrilla explicado en tus propias palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario